Artes & Letras - HERALDO DE ARAGON - 24 de febrero de 2005

 

PINTURA UNA CUIDADA INSTALACION REFLEXIONA SOBRE IMAGENES

 

Escenario
de amor y muerte
 

 

PINTURA

 

Y así pasa y queda

 

Angel Pascual Rodrigo. Sala Luzán CAI. Hasta el 2 de marzo. Laborables de 19 a 21.

 

ANGEL AZPETTIA

Si lo expuesto implica una reflexión sobre la brevedad de la existencia, sobre la naturaleza y el transcurso del día hasta el anochecer y de la vida hasta el ocaso, no debemos atribuirle por ello dominante literaria. Su mismo autor advierte que la pintura tiene un lenguaje propio. Creo haber escrito ya que el argumento no ha de hacernos olvidar lo específico: antes de una mujer desnuda o un paisaje, se trata de una superficie cubierta de colores en un determinado orden. Sin merma de que la palabra lo glose, lo ilustre, y los ecos cultos, en citas o imágenes, lo enriquezcan. Este mismo texto se sitúa en el campo de un acompañamiento por quien ha visto muchas exposiciones del artista, de Angel Pascual-Rodrigo, al que aprecia en mucho por su creativa visualizad, y le inquieta que la confundan con vueltas regresivas al realismo. Cuando él llega por sus pasos, tras un largo quehacer.

Desemboca hoy Angel Pascual (que sabemos formaba parte de la disuelta Hermandad Pictórica Aragonesa) en una rotunda instalación, dispuesta con auténtico mimo, que estudia el espacio disponible y sus dimensiones. Véanse las distancias en las obras por elementos, la especie de biombo colgante en curva --que  opone las gamas, por cierto, entre cara y revés-- o el cubículo-teatro del fondo, al que dan acceso las columnas figuradas. La muestra arranca de una referencia al cine --al que rinde homenaje conjunto-- y también al arte del pasado. Reconoceremos, como en  otras ocasiones, a Claude Lorrain. Pero en el susodicho núcleo final se hallan los dos maestros que Angel contrasta y coordina ahora: Giorgione y Girodet, su "Venus" y su "Atala conducida al sepulcro" --aquí despertar de Atala-- con cambio de formato igualatorio.

 

Plenitud y estructura

 

Del interés por las composiciones, según apuntan los análisis en las estampas digitales, dan idea el desarrollo de la división áurea en el inicio de la plenitud renacentista veneciana y la semejanza de estructura en el preludio del espíritu romántico. También detectaremos la importancia de las luces en uno y otro bando, como anticipan el relámpago de la tempestad giorgionesca, en el pórtico, y los sutiles matices en la naturaleza muerta. O los muchos resplandores de luna y resonancias del romanticismo en las que atisbo de nuevo a Friedrich. El repertorio luminoso --horario, estacional, meteorológico-- tiene bastante de impresionista y, materialmente considerada, su factura tiende a las pulsiones, aunque no pierda una solícita pulcritud. La repetida polaridad busca a la vez lo cálido y lo frío, ruido y silencio, vigilia y sueño, eros y "thanatos".